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Cómo ayudar a un desempleado


El desempleo se define como el ocio involuntario de una persona que desea encontrar trabajo. Ocio a su vez es definido como un tiempo recreativo usado a discreción. Y recreación significa restaurar y refrescar. Se refiere a la acción de divertir, deleitar o alegrar. Es el tiempo en busca de distracción en medio de las obligaciones cotidianas.


Por esto, queda claro que la definición de desempleo es errónea. Una persona sin empleo en ningún momento siente que su tiempo libre es de ocio o recreación y no puede usarlo para sentirse alegre o deleitado. El tiempo libre de un desempleado no provee buena salud. Por el contrario, cada minuto fuera o lejos de una oportunidad laboral es un minuto que quema. El espacio libre que existe para pensar se llena la cabeza de dudas, miedos o incertidumbre. Todo momento se usa para tocar puertas, pedir ayuda, entregar solicitudes, buscar oportunidades, pero nunca para relajarse o descansar, mucho menos para disfrutarse.


El silencio es reflexivo porque se intenta entender lo que se ha hecho mal y lo que se debe hacer en el futuro. La acción está encaminada en demostrar y demostrase que aún se cuenta con habilidades y capacidades como para ser suficientemente útil a una Organización.


El desempleado no goza, por el contrario, sufre y sufre bastante. Se considera a sí mismo como una persona marginada, rechazada del mundo de los activos, de los que generan ingresos. Y en cada puerta que no se abre o en cada una que se cierra frente a su rostro, se tambalea su autoestima y su fe.


El desempleado debe tragarse su orgullo y eliminar pretensiones. Su deber es conformarse con las opciones que se le presenten. Bien sabe que no necesita salir de su casa para incrementar sus deudas. Aunque no compre o no gaste mañana llegará el recibo de luz, de gas o de agua. Se vencerá la colegiatura de los hijos o dejará de quedarle los zapatos al que está creciendo. Mañana se descompondrá la lavadora o el carro o se vencerá el seguro de éste.


Sus amigos no entienden la magnitud de su angustia, y por tanto, no lo recomiendan, no lo contratan, no lo ayudan a reinsertase en el mundo productivo. Se concretan a ofrecerle frases de apoyo que por más bien intencionadas que sean, no servirán ni para levantarle el ánimo.


Un desempleado necesita conexiones, relaciones, oportunidades, trabajos, aunque sean pequeños o temporales que le ayuden, al menos, a sentirse útil y a alivianar sus gastos. Si conoces a alguno, ya sabes cómo ayudarlo.

graciela.rios@publimetro.com.mx



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