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DEMANDA URGENTE DE EMPLEOS



A quién pretenderá engañar el gobierno cuando ante los medios masivos de comunicación propaga como si una realidad que todo marcha bien, que nuestra economía es más sólida que nunca, que se están resolviendo los problemas en nuestro país.


Para quienes están viviendo la angustia de no tener una fuente de ingresos que le ayude a pagar sus gastos, no les basta escuchar que los índices del desempleo están disminuyendo. Lo que necesitan es trabajo.


Quiero compartir con ustedes algunas preguntas y comentarios que recibo a través de la sección “pregúntale al experto” de la página electrónica de mi empresa. Considero que éstos podrían darnos un panorama de lo que está sucediendo en nuestro entorno.

“¿Por qué algunas empresas sólo quieren personal del ITESM? Esto se me hace injusto y discriminatorio.”


“Siempre pensé que la educación era la clave del éxito. Ahora veo que la realidad es otra... Estoy decepcionado de mi país y de mi estado, quisiera comprender por qué, si estoy preparado, se me está ignorando de esta manera”.


“Trabajé 16 años en el ejercito pero tuve un accidente y me concedieron el retiro por inutilidad para el servicio de las armas, perdí tres dedos de la mano derecha, ahora estudio el 2° semestre de la licenciatura en derecho, ¿cuales serán mis posibilidades de encontrar trabajo cuando termine?”


”Estoy por cumplir 50 años, no tengo titulo universitario y necesito trabajar. Me he desempeñado como Gerente pero ahora me siento limitado por mi edad. Con esos antecedentes y sin especialización, ¿se me concedería alguna posibilidad?.


“Necesito urgentemente un empleo. Estoy recién casada, pero no tengo problema de horario ni de hijos”.


“Tengo 34 años, soy ingeniero egresado del TEC y cuento con una maestría. Tengo amplia, variada y basta experiencia desde posiciones más bajas hasta alta gerencia... ¿Porque no obtengo más entrevistas?...


“¿Quisiera saber si una mujer de 48 años y con experiencia laboral profesional bilingüe puede solicitar empleo sin ser rechazada?


No es difícil percibir los estragos psicológicos que provoca el no tener un medio para cubrir las necesidades básicas.


El daño directo sucede en la estructura interna del individuo, en la parte más profunda, en su autoestima.


La incertidumbre, la angustia, la impotencia por no encontrar solución a su problema, convierte a las personas en seres temerosos, desconfiados, indecisos, que llegan incluso a dudar de sí mismos, de sus capacidades, de su valor personal.


Como pudieron leer en los párrafos anteriores, el que no posee carrera profesional, piensa que tal vez ese es el motivo de su fracaso. Mientras que el que sí cuenta con ella, considera que su “falta”, es no haber tenido los recursos económicos para realizarla en una institución privada y de prestigio. El que sí se recibió en una institución así, cree entonces, que lo que le está faltando es experiencia, y el que sí cuenta con ella, está suponiendo que lo que le sobran, son años de edad.


Las mujeres, cuando se ven enfrentadas a una situación de desempleo, se ven obligadas a lamentar todos los ciclos vitales de su existencia. Si están solteras y jóvenes sentirán que no les brindan oportunidades porque estarán próximas a casarse. Si son solteras pero no tan jóvenes, tendrán que esforzarse por demostrar que su estado civil ha sido decisión personal y no tiene algo que ver con su (mal) carácter. Si están casadas, serán rechazadas porque pronto se embarazarán. Si ya tienen hijos mayores o son viudas o divorciadas, porque en esta sociedad machista aún muchas empresas valoran a las mujeres por su tierna edad o por sus atributos físicos.


Fíjense como la chica recién casada escribe diciendo “sin problema de horario ni hijos”. Como si los hijos fuesen un problema. Concebidos en la mente así, indudablemente llegarán al mundo en desventaja. Esos hijos aún inexistentes, ya están siendo ubicados como un impedimento para el buen desempeño de una mujer, como un obstáculo para un trabajo de calidad.


Imagínense lo que pudiera estar sintiendo una persona que además de experimentar las dudas comunes anteriores, está consciente de que padece alguna característica física que se encuentra fuera de la “norma socialmente aceptada”, como entre muchas otras posibilidades puede ser la gordura, una nariz muy pronunciada o una muy baja estatura, principalmente en los varones. Cómo podrán sentirse entonces, aquellos que cuentan con alguna deficiencia en sus habilidades, provocadas tal vez por una poliomielitis, la tartamudez, una deficiencia visual, la amputación de algún miembro de su cuerpo, etcétera.


El trabajo abastece no sólo del ingreso indispensable para cumplir con los compromisos económicos. También es una fuente que provee de confianza en las capacidades, da la grata sensación de sentirse útil, capaz, productivo, valioso, responsable. El trabajo brinda una buena dosis de seguridad y estima personal.


Todos los estudios e investigaciones realizados desde la época de la Gran Depresión hasta ahora, apuntan al desempleo como el causante de un deterioro en la salud mental de los individuos. Peor todavía es la gravedad de sus consecuencias cuando sucede en una sociedad competitiva e industrial como la nuestra.


El desempleo provoca sentimientos de fracaso, inutilidad, tristeza. Ésta puede convertirse en una psicopatología y empujar a la gente a cometer actos de extrema agresión hacia quienes le rodean o hacia sí mismos. Como sucede cuando se transforma en depresión y propicia la necesidad de intentar destruirse, como sucede con el suicidio.


Este problema social se ve agudizado además, porque existe un porcentaje enorme de personas que aunque sí tienen un trabajo, éste es raquítico y no les ofrece una remuneración apropiada a sus necesidades, ni les proporciona estabilidad, reto o seguridad personal y profesional.


Recibo más de ciento treinta currícula diaria de personas que buscan desesperadamente empleo o que piden ayuda para mejorar el que tienen.


La carga enorme de estrés y frustración que se está viviendo día con día de nuestro México actual influye negativamente en el comportamiento de los ciudadanos. No es de extrañarnos por tanto las atrocidades que leemos a través de la página local de este periódico, en donde los esposos están matándose unos a otros, los padres mutilan, encadenan o dañan a sus hijos, los parientes se acuchillan o los adolescentes pierden la cordura por un motín de veinte pesos.


Nuestros gobernantes deben marcar esta época como una de alerta roja que pronostica la gestación de una sociedad aún más deshumanizada y violenta para los próximos años. ¿Qué medidas están tomando al respecto?


Si los rumores no se convierten pronto en realidades y si no se activa de nuevo la economía del país, la estabilidad de la que tanto presume el gobierno del cambio, se esfumará tras la cortina de una revuelta o de un desquiciamiento social.

¿Sigue esto después del cambio?

grios@assesor.com.mx

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